Por Karina Castañeda
Ha valido la pena vivir por contemplar tu esplendor, tu magnificencia, tu armonía desde la cúspide de la pirámide de la Luna en Teotihuacan.
Ha valido la pena vivir para sentir las aguas que bañan tus bordes de arena blanca, rosa, marrón, gris, tus bordes multicolores.
Ha valido la pena vivir por contemplar el verde que llena el alma, el verde de tus piscinas milenarias flanqueadas por tus cascadas de piedra, así hierve el espíritu en Hierve el Agua.
Ha valido la pena vivir para recordar mi pequeñez ante tu imponente natural belleza, ahí en un rincón del Cañón del Sumidero.
Ha valido la pena vivir por contemplar tus aguas cristalinas y multicolores, abrazada por el calor húmedo y ardiente de tu selva Chiapaneca.
Ha valido la pena vivir para extasiar la boca con el sabor de la savia de tus magueyes azules convertida en tequila mientras el alma se inflama al escuchar el mariachi en Guadalajara.
Ha valido la pena vivir por contemplar las formas perfectas que toman tus relieves, una mujer dormida al lado de su guardián Popocatépetl, una silla que mira a los regiomontanos.
Ha valido la pena vivir por caminar entre tus pequeñas calles empedradas, tus tejados, tus paredes de las que asoman tus pequeñas ventanas como palomares blancos en Taxco, por sentir la magia de tus pueblos que así se nombran, fríos, lluviosos y húmedos como en San Cristóbal, cálidos como en Tepoztlán.
Ha valido la pena vivir por contagiarse de la alegría pícara y ardiente de tus hijos jarochos que enfundados en sus trajes blancos crean coreografías perfectas y hasta forman moños al compás de los sones y huapangos, así se respira en Veracruz y se toma café en la Parroquia.
Ha valido la pena vivir por desmenuzar en la boca los sabores exquisitos de tu poesía convertida en gastronomía. Que armonía más perfecta la de tus Chiles en Nogada.
Ha valido la pena vivir por desentrañar los vestigios de tu fundación, por asistir al encuentro de tus milenarias y sabias culturas, por explorar tus raíces que nos proveen identidad y fuerza para construir y sostener el futuro, escoltados por tus soldados de piedra Chichen Itza, Montealbán, Teotihuacan, Tajíin, Palenque.
Ha valido la pena vivir por celebrar a la muerte, conductora a la vida después de la vida. Por celebrar la continuidad de la existencia, alegría manifestada en tus inmensos altares.
Ha valido la pena vivir por mirar como ondea erguido, valiente e inmenso el lienzo que te representa, desde tu centro flanqueado por tu multifacética historia. Por sentir derramarse las lágrimas de orgullo que se vierten desde el Zócalo.
Ha valido la pena vivir por asistir al encuentro del Ángel, testigo permanente de tu búsqueda de paz y de la gloria que un día verán coronada tus hijos.
Ha valido la pena vivir por pisar tu suelo bendito, por tu riqueza y tu belleza y tu esplendor.
A ti mí querida patria de la que hoy me encuentro lejos, un humilde homenaje con todo mi amor y mi nostalgia. A ti, esperando honrarte y que te honren todos los días quienes en ti habitan, para que renazca tu esplendor, el que has tenido y el que mereces hoy y siempre. Ha valido la pena vivir por vivir en ti amado México. Mexicanos, Viva México!!!