El inicio del año 2017 en México ha estado marcado por protestas a lo largo y ancho del país en contra del llamado “gasolinazo”; parece que como pocas veces antes, los ciudadanos han salido a las calles a protestar, a expresar su desaprobación y sobretodo su gran enojo. Entre las manifestaciones asociadas a dicha protesta cabe destacar una que es particularmente importante por sus efectos nocivos, esta es la psicosis o histeria colectiva. El pasado seis de enero en Tehuacán, se vivió un fenómeno de histeria colectiva motivada por el pánico surgido de rumores de ataques de grupos armados, de saqueos, de tiroteos; negocios cerrados, gente corriendo por todas partes atrincherándose buscando refugio, parálisis del transporte colectivo, ataques de ansiedad, de pánico, llanto, miedo y caos inundaron la ciudad.
No basta con narrar los hechos, es imperativo realizar un análisis de algunas de sus causas a fin de orientar nuestro comportamiento, de saber qué hacer. En México vivimos en un estado extremo de violencia e inseguridad particularmente en los últimos años y quizás no somos conscientes totalmente de los efectos que este contexto de inseguridad ha generado en nosotros y en particular en nuestra salud mental, lo cierto es que literalmente nos estamos enfermando emocionalmente a nivel individual y colectivo, nos estamos y nos están literalmente volviendo locos. Vivimos con ansiedad, con miedo, presos de la incertidumbre y la inseguridad y por si eso fuera poco, nos sentimos indefensos, sin nadie que nos ayude porque no creemos en un gobierno que mucho nos ha demostrado lo poco que le importa nuestro bienestar y antes bien atenta contra nosotros. Ya Moscovici, estudioso de la psicología social y de las masas en particular, había señalado que la incertidumbre es la ansiedad difusa en cada hombre que se siente el juguete de fuerzas hostiles y desconocidas y que a partir de este momento estamos más predispuestos a someternos a la influencia de los demás.
De este modo, presos de la incertidumbre, del miedo, de la inseguridad, somos proclives a creer cualquier tipo de rumor, en particular aquellos que exaltan la realidad cotidiana de violencia que vivimos. Como grupo social en general, en masa, tendemos a actuar inconscientemente pero sobretodo con base más en nuestras emociones que en nuestra lógica; en un clima de inseguridad, estamos permanentemente en alerta, nuestros mecanismos naturales de conservación, de preparación para la huida, para la lucha, están permanentemente activados y en estas circunstancias nuestra racionalidad, nuestra lógica se ve nublada por nuestros mecanismos más básicos e instintivos para huir ante lo que consideramos peligroso. Freud mencionaba hace ya casi un siglo que la afectividad de la masa queda extraordinariamente intensificada y en cambio notablemente limitada su capacidad intelectual. De este modo, ante un rumor de peligro, poco estamos utilizando nuestra racionalidad para verificarlo, para confirmar la veracidad de los hechos y en cambio sí estamos presos de nuestros instintos de conservación más básicos, dejándonos arrastrar por el miedo, corremos instintivamente para preservar nuestras vidas sin darnos cuenta que esa maniobra solo preserva nuestra seguridad momentáneamente pero que existen en cambio fuerzas permanentes mucho más poderosas que atentan contra nuestra seguridad y bienestar a largo plazo.
Esas fuerzas provienen de nuestro sistema social y en particular de nuestro sistema político y económico; es este sistema político el que utiliza los rumores para crear histeria social para distorsionar las conductas colectivas, generando división, pérdida de apoyo de las víctimas o conflictos, como lo mencionan Fernández, Martín y Páez. De modo que infundir miedo, tiene el propósito de que lleguemos al pánico y a la histeria, lo cual nos inmoviliza colectivamente cada vez más para cambiar las realidades que verdaderamente atentan contra nuestro bienestar, porque estamos tan presos del miedo y de nuestras emociones más básicas, que nuestra capacidad intelectual para analizar nuestra realidad está nublada. Estamos preparados para huir instintivamente ante un ataque, pero no nos estamos preparando utilizando la lógica, la racionalidad, la inteligencia, no para huir, antes bien para erradicar las fuerzas reales que causan nuestra inseguridad, nuestro malestar y atentan contra nuestro bienestar y desarrollo.
Es imperativo que desarrollemos una suerte de terapia psicológica colectiva, que aprendamos a darnos apoyo y contención de sentimientos, así como a manejar nuestras emociones negativas, hacerlo en conjunto nos dará la sensación de seguridad que tanto buscamos. Al mismo tiempo necesitamos que esa terapia nos permita disminuir nuestra afectividad, nuestra emocionalidad y en cambio intensifique nuestra intelectualidad. Estamos dispuestos a defendernos y a huir ante un ataque para preservar nuestras vidas, ¿por qué no estamos dispuestos entonces a analizar los ataques sistemáticos de los que somos objeto y que nos causan daño permanentemente?, la corrupción, un gobierno negligente con un sistema económico que nos empobrece, la criminalidad, un sistema político que acentúa las desigualdades.
Necesitamos utilizar nuestra inteligencia y capacidad crítica para erradicar las verdaderas causas de nuestra psicosis colectiva; si antes no lo hemos hecho hoy es imperativo, no podemos postergar más nuestra actuación ciudadana si no queremos terminar literalmente enfermos, necesitamos apropiarnos del destino de nuestro país, verificar información y diseminarla solo cuando contribuya a un mejor estado de las cosas, organizarnos colectivamente para cambiar nuestras realidades, discernir entre quienes son los verdaderos criminales de México, exigir leyes, construirlas, participar en su votación, elegir gobernantes que nos representen verdaderamente, exigir rendición de cuentas, organizar protestas inteligentes, ser parte de ellas, no mirar pasar a quienes exigen y reírnos de ellos, no ser parte de la corrupción y no aceptarla de parte de otros por ningún motivo, hoy incluso nuestra salud mental está en riesgo y no solo la nuestra, la de nuestros seres amados, por ellos por nosotros, no más miedo, ¡inteligencia colectiva organizada!